Desde los albores de la civilización, la ropa ha cumplido funciones básicas: protección, comodidad y expresión social. En la última década, ha comenzado a cumplir una función más: la tecnológica. Sin embargo, la integración de la electrónica en la ropa, conocida como wearables, siempre se ha topado con un problema fundamental: la rigidez.
En el mapa global de la innovación, algunas ciudades no solo adoptan nuevas tecnologías, sino que activamente crean los ecosistemas necesarios para que estas florezcan. Barcelona es un ejemplo destacado de esta estrategia, posicionándose como un verdadero centro neurálgico donde dos de las tecnologías más disruptivas del siglo XXI, la Inteligencia Artificial (IA) y la Supercomputación, están convergiendo para generar una oleada de nuevos inventos y descubrimientos.
El panorama de la Inteligencia Artificial (IA) ha estado dominado en los últimos años por los Modelos de Lenguaje Grandes (LLM), como los desarrollados por Google, OpenAI y Baidu. Estos modelos han demostrado una capacidad asombrosa para generar texto, código y razonamiento. Sin embargo, la carrera de la IA está entrando en una nueva fase: la de los servicios agentivos.
Durante décadas, la visión del robot doméstico ha sido un pilar de la ciencia ficción, desde los mayordomos metálicos hasta los asistentes humanoides perfectos. Si bien hemos visto la adopción masiva de robots específicos (como las aspiradoras autónomas), la promesa de un robot multifuncional capaz de navegar por la complejidad desordenada de un hogar humano ha permanecido esquiva. Sin embargo, la reciente aparición de robots semihumanoides como Memo, desarrollado por la startup estadounidense Sunday, sugiere que estamos al borde de una nueva era: la de la automatización verdaderamente flexible del hogar.
Desde que el Concorde surcó los cielos, la humanidad ha anhelado el regreso de los viajes aéreos supersónicos, es decir, a velocidades superiores a Mach 1. Sin embargo, un obstáculo persistente ha frenado esta ambición durante décadas: el estampido sónico. Este fuerte ruido, similar a una explosión, se produce cuando un objeto rompe la barrera del sonido, y fue la razón principal por la que los vuelos comerciales supersónicos se prohibieron sobre zonas pobladas en la mayoría de los países, limitando drásticamente el potencial comercial y operativo de aeronaves como el icónico Concorde.
Durante más de un siglo, el neumático ha sido un componente esencial pero pasivo de nuestros vehículos. Su función principal era simple: rodar y mantener el contacto con el asfalto. Sin embargo, en la era de los coches conectados y la inteligencia artificial, esta pieza fundamental está experimentando una transformación radical. Estamos al borde de una revolución donde los neumáticos no solo transportarán, sino que también "pensarán" y "comunicarán", convirtiéndose en "neumáticos inteligentes".
Desde la invención del ladrillo hasta la era del hormigón y el acero, la construcción ha sido una de las industrias más fundamentales para la civilización, pero también una de las más lentas en adoptar cambios radicales. Los métodos han permanecido sorprendentemente similares durante décadas, dependiendo en gran medida del trabajo manual, lo que resulta en altos costos, largos plazos y una huella ambiental considerable. Sin embargo, nos encontramos al borde de una auténtica revolución impulsada por la fabricación aditiva: la construcción mediante impresión 3D.
LIV es un asistente virtual diseñado para acompañar emocionalmente a personas con Alzheimer y otros tipos de demencia, y representa uno de los avances más significativos en la integración de tecnología y cuidado humano. A diferencia de los asistentes tradicionales, cuyo propósito suele centrarse en automatizar tareas cotidianas, LIV nace con una misión más profunda: brindar calma, compañía y orientación a quienes atraviesan momentos de confusión, ansiedad o desorientación debido a su deterioro cognitivo. En un contexto donde el vínculo humano y la estabilidad emocional son esenciales, LIV aparece como una presencia cálida que busca humanizar la tecnología.
La réfrigeración moderna es una de esas innovaciones que transformó silenciosamente la vida cotidiana, pero cuyo impacto es profundo y universal. Antes de su invención, conservar alimentos era un desafío constante; métodos como salazón, ahumado o hielo natural limitaban la cantidad, el tipo y la calidad de lo que se podía consumir. Con el desarrollo del refrigerador doméstico en el siglo XX y los sistemas de refrigeración industrial, se abrió un nuevo mundo de posibilidades para la alimentación y la salud pública.
La fotografía siempre ha sido una herramienta para inmortalizar momentos, pero antes de la llegada de las cámaras digitales, tomar una foto requería planificación, dinero y paciencia. Las cámaras de película obligaban a medir cada disparo, esperar revelado y, muchas veces, aceptar sorpresas al ver el resultado final. Con la invención de la cámara digital a finales de los años 80 y su popularización en los 2000, todo esto cambió. Lo que antes era un lujo se volvió accesible, instantáneo y ubicuo.
Aunque hoy lo damos por sentado, el horno microondas fue una de las innovaciones más revolucionarias en la vida doméstica del siglo XX. Inventado en 1945 por Percy Spencer, un ingeniero estadounidense, el microondas surgió de manera accidental cuando descubrió que las ondas de radar podían calentar alimentos. Lo que comenzó como curiosidad tecnológica se convirtió en un electrodoméstico imprescindible en hogares y restaurantes.
Internet no nació como un fenómeno global. En sus comienzos, a finales de los años 60 y 70, era un proyecto militar llamado ARPANET, diseñado para que las computadoras pudieran comunicarse entre sí de forma segura. Nadie imaginaba que este sistema evolucionaría hasta convertirse en el tejido invisible que conecta a toda la humanidad.
Cuando se introdujeron las baterías de litio a comienzos de los 90, pocos imaginaron que cambiarían radicalmente la forma en que vivimos, trabajamos y nos movemos. Esta innovación permitió la creación de dispositivos portátiles y móviles que hoy consideramos esenciales.
El GPS nació en la década de 1970 como un proyecto militar para ubicar barcos y aviones con precisión milimétrica. Sin embargo, la tecnología evolucionó y, a finales de los 90, se hizo accesible para el público general, cambiando radicalmente la forma en que nos movemos y organizamos nuestras ciudades.
Hace solo treinta años, el concepto de Wi-Fi era apenas un experimento académico. Algunos ingenieros soñaban con conectar máquinas en laboratorios, sin imaginar que su trabajo revolucionaría la forma en que vivimos, trabajamos y nos comunicamos.
Cada día, millones de personas se mueven, trabajan, estudian y viven en ciudades que crecen sin parar. Sin embargo, este crecimiento trae consigo nuevos retos: tráfico, contaminación, falta de espacios verdes, servicios saturados
Frente a estos desafíos, la innovación urbana se ha convertido en una herramienta clave para crear ciudades más humanas, eficientes y sostenibles.
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