Pin It

En un hallazgo que podría redefinir nuestra comprensión del planeta rojo, un equipo internacional de científicos ha anunciado el descubrimiento de los compuestos orgánicos más grandes jamás detectados en la superficie marciana. Utilizando datos obtenidos por el rover Perseverance de la NASA, los investigadores identificaron moléculas complejas de carbono que superan en tamaño y complejidad a todo lo hallado anteriormente en Marte.

Este descubrimiento, publicado recientemente en la revista Nature Astronomy, refuerza la idea de que Marte no solo fue un planeta potencialmente habitable en el pasado, sino que también pudo haber albergado formas de vida primitiva. Aunque estos compuestos orgánicos no son prueba directa de vida, sí representan uno de los ingredientes clave para su existencia y su preservación sugiere un entorno marciano más dinámico y propicio de lo que se creía.

Los compuestos orgánicos detectados pertenecen a una clase de macromoléculas que contienen cadenas largas de carbono e hidrógeno, con estructuras anilladas y ramificadas similares a los hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAHs), pero con características aún más complejas. Estas moléculas se consideran fundamentales en la química prebiótica, es decir, en los procesos químicos que preceden al surgimiento de la vida.

Las muestras fueron recolectadas por el rover Perseverance en el cráter Jezero, una antigua cuenca lacustre donde se cree que existió agua líquida hace unos 3.500 millones de años. El análisis se llevó a cabo mediante espectrometría de masas utilizando el instrumento SHERLOC (Scanning Habitable Environments with Raman & Luminescence for Organics & Chemicals), que puede identificar compuestos orgánicos a nivel molecular.

Hasta ahora, la mayoría de los compuestos orgánicos encontrados en Marte eran moléculas pequeñas y relativamente simples, como metano, tioles o pequeñas cadenas de carbono. La detección de compuestos más grandes y estructurados sugiere un entorno más favorable para la preservación de estos materiales, e incluso plantea la posibilidad de procesos geológicos o químicos más complejos.

Según la astrobióloga Dra. Laura Rodríguez, parte del equipo de investigación:

“Estas moléculas no solo son más grandes, sino que también parecen haber sido relativamente estables a lo largo del tiempo. Esto implica que Marte pudo haber tenido condiciones para mantener compuestos orgánicos complejos durante miles de millones de años.”

Además, el hecho de que estos compuestos se encuentren en depósitos sedimentarios —formados por antiguos ríos y lagos— fortalece la hipótesis de que alguna vez existió un ecosistema microbiano en Marte, o al menos un entorno con las condiciones necesarias para que surgiera.

Es una pregunta que cautiva tanto a científicos como al público general. Sin embargo, los investigadores son cautelosos. Las moléculas orgánicas pueden formarse por procesos tanto biológicos como abióticos. En la Tierra, muchos compuestos similares están asociados a restos de organismos vivos, pero también pueden producirse mediante procesos geotérmicos, impactos de meteoritos o reacciones químicas en presencia de agua y minerales.

En Marte, es particularmente difícil descartar estos orígenes abióticos. No obstante, la complejidad y el contexto geológico en el que se hallaron las moléculas es lo que ha llamado tanto la atención. Como explica el geólogo planetario Dr. Thomas Nguyen:

El hallazgo allana el camino para futuras misiones más ambiciosas. La misión Mars Sample Return, prevista para la década de 2030, tiene como objetivo traer a la Tierra muestras recogidas por Perseverance. Estas podrán ser analizadas con tecnología mucho más avanzada de la que puede llevar un rover en Marte, lo que podría arrojar luz definitiva sobre el origen de estos compuestos.

Además, el descubrimiento alimenta la esperanza de encontrar biofirmas —es decir, señales inequívocas de vida pasada— en Marte. No se trata solo de buscar fósiles de microbios, sino de identificar patrones químicos que no puedan explicarse sin intervención biológica.

A medida que las misiones a Marte avanzan, su imagen como un planeta árido y muerto va quedando atrás. Lo que surge en su lugar es una visión mucho más rica y compleja: un mundo que fue dinámico, con agua, actividad geológica y química orgánica. Un mundo que, quizás, alguna vez estuvo vivo.

Este nuevo descubrimiento es otro eslabón en esa cadena de evidencia que nos acerca cada vez más a responder una de las preguntas más antiguas de la humanidad: ¿Estamos solos en el universo?