En el verano de 2025, Estados Unidos fue testigo de una noticia poco común: la mujer más rica del planeta, Alice Walton, decidió destinar parte de su fortuna a crear algo que no se mide en millones, sino en impacto social. Su proyecto, la Alice L. Walton School of Medicine (AWSOM), abrió oficialmente en Bentonville, Arkansas, con un modelo educativo que rompe con las reglas tradicionales de la formación médica.
Alice Walton, heredera del imperio Walmart y poseedora de una fortuna estimada en más de 100 000 millones de dólares, no se conformó con ser una filántropa convencional. Su propuesta parte de una premisa contundente: el sistema de salud estadounidense está demasiado enfocado en tratar enfermedades y poco en prevenirlas.
AWSOM nace para cambiar esa mentalidad, formando médicos capaces de cuidar no solo el cuerpo, sino también la mente, el entorno y los hábitos de vida de sus pacientes.
El enfoque es integral: junto a las ciencias médicas, los estudiantes reciben formación en artes y humanidades, para desarrollar empatía, capacidad de observación y pensamiento crítico. El objetivo es que los futuros médicos no sean únicamente expertos clínicos, sino también guías de bienestar para las comunidades que atiendan.
El edificio de AWSOM no se parece a las escuelas de medicina tradicionales. Con más de 14 000 m², combina cristal, luz natural y jardines para crear un ambiente que promueva la calma y la concentración.
Incluye un parque en la azotea con plantas autóctonas, espacios de meditación y senderos, además de aulas abiertas y laboratorios de alta tecnología. Desde el campus, una pasarela conecta directamente con el Crystal Bridges Museum of American Art, también fundado por Walton, reforzando la unión entre arte y medicina.
Uno de los gestos más comentados ha sido su decisión de cubrir el costo total de la matrícula para las primeras cinco promociones. Esto significa que durante varios años, decenas de jóvenes podrán formarse como médicos sin acumular la pesada deuda que habitualmente acompaña a esta carrera en EE.UU.
El plan es que estos egresados trabajen especialmente en comunidades con pocos recursos, aplicando un modelo de atención preventiva y accesible.
En AWSOM, los estudiantes no solo aprenden fisiología o farmacología. El programa incluye más de 50 horas de formación en nutrición, cocina saludable y agricultura, algo muy por encima del promedio de otras facultades. También se incorporan herramientas tecnológicas como inteligencia artificial, realidad virtual y telemedicina, pensadas para llegar a zonas rurales y poblaciones alejadas.
La enseñanza práctica se desarrolla en colaboración con hospitales y centros de salud regionales, donde los alumnos aplican lo aprendido en un contexto real, pero con una perspectiva más humana y menos mecanizada.
El impulso de Alice Walton no es únicamente empresarial o filantrópico; nace también de su propia historia. Tras un grave accidente automovilístico en los años 80, pasó más de una década sometida a cirugías y tratamientos. Esa experiencia le dejó claro que el sistema necesitaba una transformación: menos tratamientos de última hora, más prevención y cuidado integral.
La apertura de AWSOM no solo es un hito para Arkansas, sino también un experimento que podría cambiar la forma en que se concibe la educación médica en EE.UU. Si el modelo tiene éxito, podría ser replicado en otros estados e incluso en otros países.
En un mundo donde la salud suele verse como un negocio, Walton apuesta por devolverle su sentido más esencial: cuidar a las personas, desde antes de que enfermen.