En un avance que podría cambiar la forma en que concebimos la energía y la construcción, científicos del MIT han desarrollado un tipo de concreto capaz de almacenar electricidad. Este material, llamado EC³ (electron-conducting carbon concrete) o “concrete battery” combina cemento, agua, negro de carbono (carbon black ultrafino) y electrolitos para crear una red conductora en su interior, transformando muros, pavimentos o puentes en auténticas baterías integradas.
¿Cómo funciona?
La clave está en la formación de una “nanored” de carbono dentro del concreto, lo que permite la conducción de electrones. Al añadir electrolitos sales o compuestos especiales durante la mezcla, el material gana la capacidad de almacenar carga eléctrica similar a un supercondensador.
Gracias a mejoras recientes en los electrolitos y el proceso de fabricación, la densidad energética de este concreto ha aumentado diez veces en pocos años. De hecho, los investigadores afirman que aproximadamente 5 metros cúbicos de EC³ bastan hoy para almacenar la energía que un hogar medio consume en un día. Hace poco, esa misma capacidad requería 45 m³.
Un metro cúbico de este concreto ya puede almacenar más de 2 kWh, suficiente para alimentar un frigorífico durante un día.
Más allá de las baterías: edificios multifuncionales
Pero el EC³ no solo sirve para almacenar energía eléctrica. Al ser un material estructural, puede usarse como parte de muros, pisos, aceras o puentes. De este modo, se combina la función de soporte con la capacidad de almacenamiento energético.
Además, estos concretos pueden servir para almacenar calor es decir, energía térmica lo que amplía aún más sus aplicaciones. Algunos proyectos buscan integrar bloques de concreto como “baterías térmicas”, capaces de absorber exceso de calor y liberarlo cuando sea necesario.
También se exploró en otras investigaciones la incorporación de fibras de carbono o mallas conductoras metálicas en mezclas cementosas, con la idea de crear baterías integradas a escala de edificios o infraestructuras.
¿Qué implicaciones tiene esta tecnología?
- Transición energética: Permitiría almacenar energía renovable solar o eólica directamente en la estructura de viviendas e infraestructuras, reduciendo la dependencia de baterías externas o baterías convencionales.
- Infraestructura sostenible y resiliente: Edificios, puentes, carreteras podrían almacenar energía o calor, mejorando la eficiencia global del entorno construido.
- Solución escalable y menos intrusiva: Al usar un material tan común como el concreto, la implementación puede ser mucho más masiva que con baterías tradicionales.
- Desafíos por resolver: Aunque los resultados son prometedores, todavía hay retos como la durabilidad, la eficiencia a largo plazo, la velocidad de carga/descarga, costes de producción, y compatibilidad con estructuras existentes.
¿Para cuándo una “casa-batería”?
El desarrollo del EC³ representa un paso importante hacia la construcción de edificios que no solo consuman energía, sino que la almacenen y la distribuyan. Si bien aún faltan pruebas a gran escala, optimización industrial y normalización, este tipo de materiales podría jugar un papel clave en ciudades inteligentes, redes energéticas descentralizadas y arquitectura sostenible.
En pocas décadas, no sería descabellado imaginar rascacielos, puentes o barrios enteros que funcionen como baterías urbanas integradas: construcciones que no solo albergan vida, sino que la alimentan.









