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Científicos suizos inventan el chocolate que cambia de color, similar al «arcoíris». El invento ha sido ideado por los científicos de la universidad de ETH Zurich en Suiza y consiste en un chocolate incandescente con mucho brillo y sin colorantes artificiales.

Hoy en día existen chocolates de cualquier color, gusto y forma. Los efectos tradicionales para colorear el chocolate siempre han existido, sin embargo, esto supone una novedad puesto que se consigue un «color estructural», similar a un camaleón, cuya piel dispersa la luz para mostrar una variedad de tonos multicolor.

Todo empezó cuando el científico de alimentos Patrick Rühs, el científico de materiales Etienne Jeoffroy y el físico Henning Galinski, se preguntaron si sería posible crear una versión más colorida de este dulce y empezaron a investigar sobre el tema.

Su primer intento era recubrir el chocolate, pero resultaba demasiado complejo y demasiado tiempo de inversión. La segunda vez, decidieron tratar de causar una impresión a nivel superficial. El avance fue posible gracias a la ayuda de la estudiante de ciencias de materiales Anita Zingg, que estaba probando una nueva técnica como parte de un proyecto propio. Después de algunos intentos, la idea funcionó: el chocolate tenia un brillo colorido. Después de modificar y acabar de perfeccionar el descubrimiento, el chocolate paso de tener brillo a tener un resplandor. De este modo, el invento consiste en un molde desarrollado por los investigadores que consigue esta textura en la superficie del chocolate.

Actualmente, el invento está listo para ser ampliado para la industria y los inventores ya han solicitado las patentes pertinentes de este nuevo sistema. Los científicos están en conversaciones con los principales productores de chocolate y planean establecer una empresa spin-off pronto.

Seguramente este nuevo tipo de chocolate tenga una salida en el mercado exitosa gracias a la moda «brilli brilli» y las nuevas tendencias. Seguro que La Vecina Rubia será de las primeras en comer este nuevo chocolate.

Fuente: La Vanguardia

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