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Cuando se habla de bebidas gaseosas, los nombres que dominan la conversación global son innegablemente Coca-Cola y Pepsi. Estas gigantes multinacionales han conquistado los paladares del mundo desde finales del siglo XIX. Sin embargo, pocos saben que, mucho antes de que estas marcas aparecieran, en un rincón de Sudamérica ya se producía una bebida con burbujas: la primera gaseosa del mundo fue colombiana.

En el año 1865, en la ciudad de Popayán, al suroeste de Colombia, un boticario e innovador llamado Manuel María Mallarino fabricó una bebida carbonatada utilizando agua mineral con sabores naturales, que vendía como una especie de tónico refrescante. Esta bebida, conocida simplemente como “gaseosa” o “agua gaseada con sabores”, fue el inicio de lo que hoy conocemos como refrescos. Lo más sorprendente es que esto ocurrió más de 20 años antes del surgimiento oficial de Coca-Cola (1886) y Pepsi (1893). Si bien ambas empresas estadounidenses han sido pioneras en la industria del marketing y la producción masiva, la idea de una bebida burbujeante y con sabor ya era una realidad en Colombia décadas antes.

A mediados del siglo XIX, los boticarios experimentaban con tónicos a base de hierbas, frutas y minerales. Manuel María Mallarino, influenciado por las tendencias médicas europeas que promovían el uso de aguas minerales, decidió crear una bebida con agua carbonatada que combinara salud con sabor. La bebida se vendía en botellas de vidrio y se distribuía inicialmente como producto medicinal y refrescante. Con el paso del tiempo, el consumo de estas aguas gaseosas fue creciendo en otras ciudades del país como Bogotá, Medellín y Cali, generando una pequeña industria local de bebidas carbonatadas. Aunque no se industrializó al nivel de las grandes marcas estadounidenses, Colombia ya tenía una cultura de consumo de gaseosas antes de que Coca-Cola se conociera en Latinoamérica.

Existen varias razones por las que esta pieza de la historia ha pasado desapercibida. En primer lugar, la producción local de bebidas en Colombia no fue documentada ni comercializada a nivel global como lo hicieron Coca-Cola y Pepsi. Además, la narrativa dominante de la historia industrial y comercial ha sido escrita desde las potencias económicas, lo que ha dejado fuera muchos logros regionales de América Latina y otros lugares del sur global. A eso se suma el desarrollo desigual: mientras que Estados Unidos tenía una infraestructura que permitió escalar la producción y distribución, Colombia enfrentaba limitaciones técnicas y logísticas que frenaron el crecimiento de su industria de bebidas.

Hoy, aunque Coca-Cola y Pepsi lideran el mercado mundial, Colombia sigue teniendo una fuerte identidad en el consumo de bebidas gaseosas locales. Marcas como Postobón, con su emblemática gaseosa “Manzana”, son parte del ADN cultural colombiano. Postobón, fundada en 1904, es una de las empresas más antiguas del sector en América Latina y ha mantenido el espíritu de innovación que inició Mallarino en el siglo XIX.

La historia de la primera gaseosa del mundo no comienza en Atlanta ni en Carolina del Norte. Comienza en Popayán, Colombia, de la mano de un boticario visionario que mezcló agua con sabor y gas mucho antes de que el mundo lo llamara "soda". Esta historia merece ser contada, enseñada y celebrada como un ejemplo de creatividad latinoamericana que precedió a los gigantes globales. Así que la próxima vez que destapes una gaseosa, recuerda que las primeras burbujas del mundo nacieron en Colombia.