El telégrafo de Hughes era un telégrafo de impresión con un teclado parecido al de un piano. Cada tecla pulsada enviaba una señal y equivalía a una letra en la impresora situada en el lugar de recepción del mensaje. Este teclado del telégrafo de Hughes es el antecedente directo de las máquinas de escribir, de los teclados de ordenador, del sistema télex, etc.
Telégrafo de Morse
El telégrafo de Hughes superaba al telégrafo Morse, pues transmitía hasta 60 palabras por minuto, frente a las 25 del sistema Morse. Además, su sistema permitía imprimir con caracteres alfanuméricos normales sobre una cinta de papel que se pegaba sobre el impreso del telegrama recibido, facilitando su entrega directa al destinatario y eliminando la necesidad de escribir previamente el texto a mano por el telegrafista.
Como no podía comercializar su invento en los Estados Unidos, donde la patente la tenía Samuel Morse, en 1857 Hughes se esforzó en introducir su invento en su Inglaterra natal pero no tuvo éxito, por lo que lo intentó con los franceses. En Francia, su invento estuvo un año a prueba y, finalmente, fue adoptado por la Dirección de Correos y Telégrafos, y el emperador Napoleón III concedió a Hughes la medalla de Chevalier.
Algo similar le ocurrió por toda Europa. Los países adoptaban el telégrafo de Hughes y homenajeaban a su inventor:
- En 1867, la Exposición Universal de París le concedió una de las diez medallas de oro diseñadas para premiar los mayores logros científicos del momento.
- En Italia le concedieron las medallas de las órdenes de San Mauricio y San Lázaro.
- En Rusia, en 1883 le concedieron la orden de Santa Ana.
- En Turquía, el sultán le concedió la cruz de Medjidie.
- En Austria, el rey le concedió la orden de la corona de hierro.
- En Baviera, se le concedió la orden de San Miguel.
- En España, se le concedió la Orden de Carlos III.
- En Serbia, se le concedió la orden de Takovo.
- En Bélgica, se le concedió la orden de Leopoldo.
En España las dificultades en el suministro eléctrico en la inmediata posguerra -1939/1950- hicieron que se rescatara el Hughes como aparato de emergencia para los momentos de corte de energía. A principios de los años 1960, los bancos Español de Crédito e Hispanoamericano todavía utilizaban aparatos Hughes en los enlaces privados de sus oficinas centrales de Madrid con la Sala de Aparatos de la Central de Telégrafos del Palacio de Comunicaciones de Cibeles.
Es aquí donde se demuestra que la persistencia de una mente creativa y de la absoluta convicción de que su invención puede ser una gran aportación al mundo, cobra relevancia y absoluta trascendencia, dado que pese a ser rechazado en varios países, finalmente consigue el reconocimiento y acaba siendo comercializado en todo el mundo.
Además de su sistema telegráfico Hughes inventó en 1878 el primer micrófono, el micrófono de carbón. Este fue en sentido estricto el primer micrófono, dado que el teléfono de Alexander Graham Bell empleaba el mismo dispositivo electromagnético tanto para hablar como para escuchar.
Micrófono de Carbón
Hughes construyó el micrófono para demostrar empíricamente que era posible transformar el sonido en corriente eléctrica. Hughes descubrió que los contactos imperfectos constituidos por barras de carbón variaban su resistencia al compás de las vibraciones acústicas, por lo que si se intercalaban en un circuito que contenía una batería, se obtenía una corriente variable que reproducía fielmente las vibraciones acústicas. Cuando estas corrientes llegaban al auricular telefónico de Bell, se reproducía el sonido con mucha mayor intensidad que en el dispositivo original. La palabra micrófono no fue invento de Hughes, ya que la había utilizado mucho antes Sir Charles Wheatstone en 1827, cuando Hughes ni siquiera había nacido.
Descubrió, en 1876, que colocando una barra de grafito sobre otras dos conectadas eléctricamente a un altavoz podía reproducir el sonido. Al hablar sobre la barra libre, vibra por efecto de las ondas sonoras, abriendo y cerrando el contacto, lo que genera aumentos y disminuciones en el paso de la corriente eléctrica a través del carbón de acuerdo a la presión ejercida por las ondas sonoras sobre la barra, estos cambios de corriente permiten que una corneta conectada al micrófono reproduzca los sonidos. Este concepto permitió que se creara el micrófono de carbón, el cual fue patentado por Edison.
Además de sus célebres inventos, Hughes contribuyó de forma activa al estudio del magnetismo y las ondas electromagnéticas.
Hughes descubrió el principio esencial de la telegrafía sin hilos antes que Guillermo Marconi (vease su artículo sobre la radio); sin embargo, su descubrimiento no fue publicado hasta el 5 de mayo de 1899. Los experimentos habían tenido lugar dos décadas antes. En 1879, Hughes demostró que era posible la recepción de señales de radio procedentes de un emisor alejado un centenar de metros. Utilizó ondas de radio para generar corriente en las limaduras de zinc y plata contenidas en una válvula voltaica. Estas partículas se movían al ser excitadas por las ondas.
En honor a David Edward Hughes, la Royal Society de Londres puso su nombre a uno de sus premios, la «medalla Hughes», que se concede a «un descubrimiento original en las ciencias físicas, particularmente la electricidad y el magnetismo o sus usos». Este galardón se otorgó por primera vez dos años después de su muerte, en 1902, al eminente físico atómico J.J. Thomson, descubridor del electrón. Otras personalidades que han recibido la medalla Hughes son Hans Geiger, Alexander Graham Bell, Stephen Hawking y Enrique Fermi.