Ingeniero y político español, es el inventor del autogiro. Nació en Murcia en 1895, hijo del político conservador Juan de la Cierva Peñafiel, entonces alcalde de la ciudad y más tarde ministro en distintos gobiernos de Alfonso XIII. En 1919 se graduó en Madrid como ingeniero de caminos. A pesar de salir diputado dos veces (en 1919 y 1922), su verdadera vocación fue la aeronáutica.
A la edad de 17 años ya había participado en la fabricación de varios planeadores y un avión con un motor de 50 CV (bautizado “El Cangrejo”). Ayudado económicamente por un amigo suyo, en 1919 fabricó el C-3, un bombardero biplano de cinco toneladas e impulsado por tres motores de 220 CV cada uno.
El primer vuelo resultó un éxito, pero al segundo intento el avión cayó mientras viraba a escasa altura. Para evitar tal pérdida de sustentación, De la Cierva diseñó un tipo de aeronave con una hélice frontal y con la novedad de que los sustentadores habituales, las alas, fueron reemplazados por unas palas giratorias que seguían en movimiento aunque fuese pequeña la velocidad del aparato. Este fue el origen de su “Auto-Giro”.
En 1920 lo patentó (expediente nº 74.322) y hasta 1923 realizó en él sucesivas mejoras (pats. nº 77.569, nº 78.362, nº 81.406, nº 84.684 y sig.).
La primera aeronave (modelo “C-4”) sobrevoló en 1923 el aeródromo de Cuatro Vientos, en el actual barrio madrileño de Carabanchel. Fue capaz de despegar en una breve carrera, volar a 100 km/h y hacerlo a muy bajas velocidades, aterrizando verticalmente. En 1924 la Aviación Militar española inició la construcción de autogiros (modelo “C-6”), con la valiosa colaboración de oficiales como E. Herrera, A. Kindelán y J. Lóriga, quien pilotaría en diciembre de ese año el primer vuelo de viaje entre Cuatro Vientos y Getafe (12 km).
Su presencia en París en la IX Exposición de Aerodinámica recabó el interés de gobiernos, empresas, ingenieros y militares extranjeros, especialmente del Reino Unido, Francia y los Estados Unidos. El caso es que De la Cierva prescindió de la ayuda española y se estableció por su cuenta en Londres en 1925, donde fundó su propia compañía, lo que permitió la expansión comercial del autogiro en EE.UU. y Alemania a través de diversas filiales. Siguió realizando mejoras al autogiro, como el rotor de dos articulaciones (1927), fundamental para el posterior desarrollo del helicóptero.
En 1928 el propio De la Cierva sobrevoló el Canal de la Mancha al mando de una de sus aeronaves. En total fueron cuarenta prototipos entre 1920 y 1936. En Francia e Inglaterra llegaron a fabricarse más de 150 unidades del C-30. De la Cierva tuvo, además, un protagonismo decisivo durante las jornadas de julio de 1936. Procuró el avión “Dragon Rapide” que llevó a Franco de Canarias a Marruecos. Falleció en Londres, a finales de ese mismo año, a causa de un accidente aéreo en un avión convencional. Su autogiro quedó posteriormente eclipsado con la aparición del helicóptero, aunque británicos y estadounidenses emplearon algunas unidades en misiones de enlace y reconocimiento durante la IIª Guerra Mundial.