En 1856, junto a dos socios capitalistas, registró tres inventos en el Conservatorio de Artes y Oficios. Una escopeta denominada “Relámpago” (priv. nº 1.432), desestimada posteriormente por el ejercito a causa de su peligrosidad. Una máquina tipográfica sin cintas (priv. nº 1433), de vida más exitosa al editarse con ella la primera gramática de griego en la España del XIX. Y, por último, también relacionado con las artes gráficas, una máquina para toda clase de timbres en tinta (priv. nº 1.434). Fue empleada en la administración postal española, siendo el propio inventor el encargado de instruir sobre su manejo.
El buen rendimiento de la imprenta le proporcionó un auténtico capital (45.000 duros) con el que abordar proyectos más ambiciosos. En 1857 viajó a Barcelona donde tuvo su primer encuentro con el mar. Dos años más tarde patentaba su obra maestra: un aparato-buzo para la navegación submarina (priv. nº 1.923), de diseño modernísimo y con las novedades de estar construido en hierro y disponer de unos timones de profundidad a proa que permitían su estabilidad en inmersión.
Tras fallar un prototipo en Barcelona, en 1860 el submarino de Cosme García era presentado en el puerto de Alicante ante autoridades españolas y extranjeras, tripulándolo él mismo en compañía de su hijo y de modo satisfactorio al estar sumergido durante 45 minutos. Pese a las demandas de su inventor, la Corona desestimó la compra o financiación.
En 1861 lo ofreció al gobierno francés, pero igualmente sin resultado alguno. Así pues, el sumergible acabó olvidado en el fondo del puerto de Alicante. También fracasaron sus últimos inventos, patentados en 1862 y 1863: dos sistemas de armas portátiles con retrocarga (privs. nº 2.410 y nº 2.683). Murió en 1874, sumido en la pobreza.